Todavía no me hago a la idea que en tres semanas estaré
cerrando la maleta que abrí un 31 de agosto cuando llegaba a Irlanda. No me
puedo creer que el tiempo pase tan rápido, si bien es cierto que cuanto más a
gusto estés en un sitio, más rápido pasa el tiempo.
Tras este tiempo, ya puedo decir que tengo dos familias: mi
familia en Valdepeñas y mi familia en Sligo. Así es, para mi, los Martin ya son
mi segunda familia porque me han tratado como tal desde el primer día en que
llegué. Y no sólo eso, sino que aparte
de una familia también he encontrado a una persona muy especial que ha hecho
que vuelva a sentir cosas que hacía tiempo no sentía.
Recuerdo perfectamente cómo escribía hace unos meses la
historia que traía a mi madre por la calle de la amargura: Beatriz se echa
novio y se queda a vivir en Irlanda. Toooodas sus amigas le mencionaban eso de
vez en cuando y algunas veces lo hacían incluso conmigo delante. “Señoras,
cállense yaaaaa, que bastante tiene mi madre!” pensaba… “No te preocupes mamá,
que en verano vuelvo!” le decía. ¿Y ahora qué? Encuentras a esa persona que
hace que veas la vida de otra manera pero esa persona se encuentra a ocho horas
y media de viaje (en bus-avión-tren) de tu otra mitad, tu familia, tus padres,
hermanos y sobrinos. Entonces llega ese momento en el que tienes el corazón
dividido y no sabes qué hacer y comparas: España: familia (+) amigos (+)
desempleo (-) vs. Irlanda: pareja (+) trabajo (+) el tiempo (-).
Soy perfectamente consciente de que no soy la primera
persona en este mundo que deja su país por motivos de trabajo y/o porque haya
encontrado pareja pero nunca pensé que sería YO la que tuviera ese dilema.
En fin, de momento sólo pienso en pasarlo lo mejor posible y
en disfrutar el poco tiempo que me queda, que es poco pero que será intenso!
Después toca volver a casa y hacer los exámenes y a continuación… pues ya
veremos!!
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