Lo primero de todo.. FELIZ AÑO NUEVO!! Espero que todos
hayais pasado unos grandes días con la familia y amigos J por aquí todo muy
bien. Ya llevo dos semanitas y todavía me quedan otras dos semanas de
vacaciones, las cuales voy a aprovechar al máximo porque ya no sé cuando volveré
a venir…
Lo primero de todo, decir que tenía muchas ganas de venir, y
es que aunque me guste estar en Irlanda, una necesita una dosis de los suyos y
los inviernos son tristes y largos allí.
Salí de Sligo a la 1 de la madrugada con el miedo de no
llegar al aeropuerto a tiempo (y eso que llevaba tiempo de sobra, pero bueno,
yo soy así). En mitad del trayecto, una familia con dos niños LLORONES se subieron al autobús y no pararon de llorar hasta que me bajé, así que imaginaos la pesadilla de viaje nocturno y con niños llorando... El bus llegó a Dublín a las 4.30 y me fui directa a la puerta de
seguridad (ya que no tenía que facturar). Al final, me pasé una hora sentada al
lado de la puerta de embarque aguantando para no dormirme allí y amanecer en
Irlanda cuando debería haber amanecido en Madrid.
El viaje en el avión COMO SIEMPRE fue lo peor y es que por
muchos trayectos Madrid-Dublin y viceversa que haga, no voy a superar ese miedo
y ese “¿y si tenemos un accidente?”. Yo sólo pensaba en todos las pesadillas
que había tenido desde septiembre hasta diciembre y mi obsesión por perder el
vuelo o tener un accidente aéreo no eran (ni son) normales. Cuando por fin se
estabilizó el avión, me acomodé y me dormí... hasta que un bebé que iba en los asientos de delante se puso a llorar hasta que el avión aterrizó. Que pesadilla, en serio...
Llegamos a Madrid a las 10.30 de la mañana y tenía tiempo libre
hasta las 13.30 que salía el bus. Salí por la puerta de llegadas sin esperar
ver a nadie conocido cuando de repente oigo un: pssss, psssss… me giro y me
encuentro con una amiga de Valdepeñas. HOLAAAAA?!?! Jajajaja qué ilusión me
hizo verla J
Una de sus amigas venía en el vuelo de Dublín y no sabía yo venía en el mismo
vuelo. Casualidades de la vida!
Cuando por fin llegué a la estación de bus, esperé casi hora
y media a que partiéramos para Valdepeñas. Mi cuerpo ya no podía más y parecía
un zombi vagabundeando por la estación.
A las cuatro de la tarde llegué a la estación de bus de
Valdepeñas y allí estaba mi madre medio emocionada (como si fuera la primera
vez que me iba por tanto tiempo jaja) y cuando llegué a MI CASAAAAA, había un
plato de lentejas esperándome. Creo que en la vida las he saboreado con tanto
placer … jajaja. No me creía que tras 15 horas de viaje, ya estaba en casita e
iba a disfrutar de la compañía de los míos durante un mes.
¿Cómo me siento?
Pues GENIAL. Tenía muchas ganas de ver a mi familia, a mis
sobrinos sobre todo, a mis amigos y tenía ese sentimiento de “qué ganas tengo
de ver a algunos y qué pocas ganas tengo de ver a otros”.
Pero todo no es de color de rosa. Este sentimiento de
felicidad plena tiene un efecto rebote que hace que eche mucho de menos a los
que he dejado allí y a mi vida en Irlanda.. pero bueno, así les cojo con más
ganas ;)
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